COSAS DE PAREJAS

Flor y Santi son una postal más de Buenos Aires, la típica pareja que se puede observar desde un colectivo, un auto o simplemente caminando por la calle. Son parte de la ciudad y definen la cotidianeidad misma. Es una escena muy común y quizás es por ello que nos olvidamos que detrás de cada una de esas personas existen historias que en algún punto se cruzaron y que es por eso que podemos ver esa imagen de la parejita agarrada de la mano en una plaza, un bar, o viendo el amanecer en la costanera...

Solos en la Ciudad es un día en la vida de una de estas parejas y lo sorprendente es que es la historia de casi todas las personas.

A simple vista, cualquiera seguro esboza que Solos en la Ciudad es una comedia romántica más, pero la película demuestra ser mucho más que eso porque cuando uno la ve se encuentra con una radiografía exacta de lo que es estar en pareja: los miedos, los sueños, los anhelos, las cosas que se dicen, las que se callan y una infinidad de detalles que el espectador seguro que experimentó en algún momento de su vida.

Esto es algo que no sucede muy a menudo en el cine, y en ésta oportunidad no sólo toda la película se encuentra impregnada de ello sino que también su sello distintivo logra familiarizarnos aún más: transcurre íntegramente en Buenos Aires.

El director de la película, Diego Corsini, es conciente que la gente se va a sentir identificada con la trama y sin embargo no lo admite, pero aclara que lo desea. “Ojalá que todas las parejas puedan verse identificados en Flor y Santi (los personajes de Sabrina Garciarena y Felipe Colombo) y las distintas situaciones por las que pasan ambos, pero también pueden sentirse identificados con cualquiera de los otros personajes”, explica.

Corsini, quien también escribió la película (junto a Sebastián Botticelli), recuerda que antes de volcar al papel la historia “investigamos mucho, hablamos y preguntamos a un montón de gente cuáles eran las razones de los conflictos y crisis de parejas por las que habían pasado, y era increíble como en general el detonante siempre era una estupidez. Por supuesto que debajo de esa tontería hay mucho desgaste y otras cosas, pero aflora en los momentos más inesperados”.

Estas palabras tienen mucho sentido porque durante el transcurso de las escenas uno tiene la sensación de que en algún momento dijo algo parecido. Para el director el correlato es idéntico: “Sacamos muchas cosas de experiencias de la vida cotidiana, por lo que esperamos que mucha gente pueda sentirse identificada o pueda ver reflejados a sus amigos, conocidos o familiares en los personajes”.

Solos en la Ciudad evoca sentimientos, eso es justamente lo que al director le apasionaría que suceda tras el estreno del film.

“Más que un mensaje, me gustaría que deje sensaciones, sería emocionante para mí que quienes la vean se vayan con ganas de reflexionar y debatir sobre las cosas y las temáticas que se ponen sobre el tablero”, afirma y con modestia explica que tiene claro que su ópera prima es una película sencilla y llevadera pero que no por eso cae en lo banal o superficial sino todo lo contrario porque “los temas que se plasman en la pantalla son cuestiones que seguramente casi todos alguna vez pensamos o nos planteamos. A veces quedan en el olvido o tapados por la cotidianeidad y me parece que está bueno que afloren de nuevo. Preguntarse y dudar por qué es que vivimos como vivimos y hacemos lo que hacemos siempre nos va a ayudar a cambiar las cosas que nos hacen mal o reforzar las convicciones de las decisiones ya tomadas”.

Volvemos a Flor y Santi, y por lo tanto volvemos a nosotros y el futuro, ya sea la soledad en una inmensa ciudad o el aislamiento en nuestros propios pensamientos y recuerdos llenos de vicisitudes.
”Mientras las dudas no te paralicen, pueden ser el principal alimento para avanzar, generar los cambios que son necesarios en nuestras vidas y disfrutar más las decisiones tomadas”, dice Corsini y así demuestra que su primer película va trascender la pantalla y nos acompañará luego de haber salido del cine.